
- En 01/02/2016
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SAN FRANCISCO EL GRANDE
Los orígenes de esta basílica se remontan al siglo XIII, cuando San Francisco de Asís, a su paso por Madrid, eligió este lugar para la construcción de un convento. Esta pequeña construcción fue demolida para la construcción de la actual basílica. Tras descartarse un proyecto de Ventura Rodríguez, inspirado en San Pedro del Vaticano, se puso en marcha otro de Fray Francisco Cabezas, que diseñó un templo circular cubierto por una cúpula de 33 metros de diámetro. La basílica fue concluída por Sabatini durante el reinado de Carlos III.
Durante el reinado de José I (1808-1813), se pensó en destinar el templo a Salón de Cortes. Finalmente, fue convertido en hospital, según Decreto de 3 de marzo de 1812.
En el año 1836, en el contexto de la desamortización de Mendizábal, los franciscanos fueron expulsados y el edificio quedó en manos del Estado español, a través del organismo Patrimonio Real. Un año después, se barajó la posibilidad de convertirlo en Panteón Nacional, pero la iniciativa no pudo materializarse. En 1838, sirvió de sede a un cuartel de infantería, al tiempo que se recupera el culto religioso. La Junta Protectora de la Obra Pía de Jerusalén quedó bajo la titularidad del Estado.
En 1869 se retomó la idea del Panteón Nacional. Durante los cinco años siguientes, albergó los restos mortales de diferentes personalidades de la historia española, entre ellos los de Calderón de la Barca, Alonso de Ercilla, Garcilaso de la Vega, Francisco de Quevedo, Ventura Rodríguez, Juan de Villanueva y Gonzalo Fernández de Córdoba (el Gran Capitán). Fueron depositados en una capilla y devueltos en 1874 a sus respectivos lugares de origen.
En 1879 el templo fue rehabilitado y, desde 1880 hasta 1889, decorado su interior, en un proceso en el que intervinieron diferentes artistas españoles especializados en pinturas murales y artes decorativas, entre los que cabe destacar a Casto Plasencia, José Casado del Alisal y Salvador Martínez Cubells.