LOS SANTOS DE MADRID Y SUS FIESTAS

El santoral madrileño no cuenta con santos guerreros ni grandes místicos: un humilde labrador y dos vírgenes cuyas apariciones vienen envueltas en oscuras leyendas configuran el centro de las devociones madrileñas. El primero, San Isidro, gozó del fervor popular desde tiempos muy remotos aunque su elevación a los altares data de 1622; su beatificación, ocurrida dos años antes, fue celebrada al tiempo que se inauguraba la Plaza Mayor y, a partir de ese momento, la momia incorrupta inició una forzosa peregrinación a través de capillas e iglesias, todas parecían poca cosa, hasta terminar en la catedral de San Isidro, en donde reposa junto a los restos de su esposa, Santa María de la Cabeza.

La imagen más conocida del santo lo representa en oración mientras dos ángeles conducen el arado tirado por bueyes; las tierras de su amo, Iván de Vargas, se situaban en el lugar que, hasta hace poco tiempo, era conocida como la Pradera de San Isidro, centro de la popular romería que pintara Goya.

Madrid sigue conmemorando la fecha de su canonización: en torno al 15 de mayo se celebran unas fiestas entre cuyas actividades destaca poderosamente la feria taurina, así como conciertos de música en varios puntos de la villa.

La patrona de los madrileños es la Virgen de la Almudena; el nombre, al parecer, le viene del hecho de haber sido encontrada inmediatamente después de la conquista, en un hueco disimulado en la muralla árabe. Su festividad se celebra el 9 de noviembre, en memoria de la batalla ganada a los musulmanes en 1083, aunque en realidad, no se corresponde con actos callejeros que puedan identificar esta fecha con una fiesta popular.

Sin llegar a tener ningún rango oficialmente reconocido en el santoral de Madrid, la Virgen de la Paloma goza del privilegio de ser el motivo de la fiesta de mayor tradición y arraigo popular. En este caso la imagen no es una talla sino un óleo procedente de un convento que existió en la actual calle de la Paloma; al parecer el monasterio tomó el nombre a raíz de que una paloma procedente de su corral sobrevolara una procesión a su paso por aquel barrio. Poco después se descubrió entre la leña, el cuadro que, según los vecinos, representaba a la Virgen de la Soledad, la Virgen tomaría el nombre de la Paloma que a su vez había pasado a denominar el monasterio y el barrio entero. Su festividad se celebra el 15 de agosto con una colorista Kermesse en las que reviven puntualmente las aficiones más genuinamente madrileñas: el chotis, los mantones de Manila, los organillos y los farolillos de papel proliferan en la cálida noche del mes de agosto.

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